viernes, 30 de noviembre de 2012

Instrucciones para despertarse de una pesadilla


No soy Cortázar, ni quiero subir ninguna escalera. Hoy me acerco nuevamente a El Originador, para regalarles una entrega de las tantas que se guardan, para que el polvo las cubra. Gracias a los que hacen que siga escribiendo. Hoy dejo el formato canción, y me juego a parodiar un rato al tipo de principio: estas son mis instrucciones para despertarse de una pesadilla, si es que aún no lo han hecho.-


INSTRUCCIONES PARA DESPERTARSE DE UNA PESADILLA

Las creencias que invaden nuestra razón atentan contra la mirada de un soñador. Preferentemente diremos que nada de eso fue real, ni la fiesta en la casa de un primo lejano al que no vemos hace años, ni las sombras que merodean, acto seguido, sobre el costado de la cama de un hermano. Una escena más tarde, continuamos avanzando en el viaje en colectivo con un amigo. Pero claro, las sombras siguen vigentes en la cabecera, a centímetros de mi malestar.

Soñar. Tantas imágenes superpuestas entorpecen la cohesión de una reconstrucción al primer minuto del día. Conscientes de ello, la noche nos obliga a interrumpir de manera forzada y dificil los sucesos acontecidos. Atentos a los latidos del corazón, procuraremos despegarnos de la fiesta y del colectivo. Ello nos dará fuerzas para encarar el proceso del despierte. No estamos listos: las sombras han vuelto a alterar el despegue final del vuelo onírico. De aquí para allá, un respiro nos hace dudar. Notamos que el sueño es mas denso de lo que creemos y, seguros de ello, lo recordaremos como una pesadilla. ¿Será que si? Volvemos a dudar. 

Nos hemos vuelto a dormir en segundos. La salida final se nos puede presentar bajo imágenes que traban el despegue, pero esta vez las opciones en nuestro cerebro van perdiendo la sorpresa de nuestras reacciones. Allí, cuando esos espéculos dejan de alterar nuestros signos vitales, estaremos listos para el escape. 

El momento mas tenso del trance nos electriza la superficie del pecho. De repende, un balbuceo silente. Volvimos. Abrimos lentamente un ojo. Luego el otro. Movemos la piena izquierda, el brazo derecho. Están con nosotros. La fusión de lo real con lo imaginario nos vuelve a garantizar la vida que creíamos haber perdido. Bajo el untar de la primera tostada, sonrojaremos. Así entonces, el día podrá comenzar.

Fernando M.Teti